El humanismo de Nuccio Ordine
Falleció recientemente.
Por Dalín Miranda Salcedo
Decano Facultad de Ciencias Humanas
Universidad del Atlántico
El pasado siete de mayo, leí con mucho interés la entrevista que David Lorenzo Cardiel, desde el ecosistema de conocimiento ethic, le hiciera al filósofo italiano Nuccio Ordine. La conversación giró en torno al ser humano y la escuela, a la universidad, también a la manera como un discurso utilitarista está haciendo hegemonía en la sociedad contemporánea, imponiendo como criterio que lo define todo al dinero. Las observaciones de este filósofo son sencillas pero profundas, pues, ponen el dedo en la llaga de los problemas que nos aquejan como sociedad.
Las reflexiones de Ordine me llevaron a sus libros, particularmente en Los hombres no son islas y La utilidad de lo inútil. En el primero, el autor se ocupa de un tema tan complejo como las humanidades y el humanismo en un mundo que, como el contemporáneo, todo pasa por el criterio del mercado; un mundo de mercancías, donde el ocio es el hijo de menos madre y no tiene cabida porque esta es una sociedad donde el tiempo es un torbellino que lo devora todo; una sociedad de producción en masa, de consumo compulsivo y de profesiones.
En su libro Los hombres no son islas Ordine apuesta por los clásicos y su humanismo. A partir de fragmentos cuidadosamente escogidos de la obra de John Donne, de los ensayos de Francis Bacon, de la narrativa Virginia Woolf, de Séneca y Cicerón, del ensayo de Montaigne, de William Shakespeare, de Aristóteles y otros clásicos más, el autor construye toda una deliberación crítica sobre la sociedad contemporánea y, al mismo tiempo, una profunda defensa del humanismo y las humanidades como cimiento para una sociedad verdaderamente humana.
Un verso hermoso cargado de un humanismo denso, del poeta británico John Donne, sirve a Nuccio Ordine para repensar las infamias de la sociedad europea contemporánea. Una sociedad que construye muros y barreras, donde se extienden cientos de kilómetros de alambre de púas con el despiadado propósito de evitar una humanidad hambrienta que huye de la guerra y de la pobreza. “Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti." Esta profunda sentencia es una verdadera evocación de un humanismo extraviado.
De esta manera, Nuccio construye una especie de retablo de fragmentos, que le permiten reflexionar sobre principios como la compasión, hoy vistos con desdén. Recalca que el afán voraz de formar profesionales para el mercado es un peligro y un desafío para la sociedad. Las humanidades, consideradas como inútiles por el mundo corporativo, son para este autor un pilar fundamental de la democracia, de la dignidad y de la libertad misma. Somos humanos en la medida en que reconocemos al otro y vivimos por el otro. El humanismo no es una prédica sobre los clásicos. Humanista de ninguna manera es aquel que recita a los clásicos antiguos, medievales o modernos. Humanista más bien es quien asume y desarrolla valores como el respeto por el otro; quien reconoce y respeta la dignidad humana, la solidaridad, la compasión, la virtud y todo lo que edifique la condición humana.
Hace una semana, el periódico El País de España, publicó una noticia desafortunada: Nuccio Ordine, el filósofo y ensayista italiano, ganador recientemente del Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, ha fallecido. Ordine fue un apóstol de las humanidades y del humanismo en medio de un mundo que le rinde culto al mercado, al dinero y al individualismo.